2009/06/08

Charlando con La Madre

Algunas veces, la velocidad, es relativa; varía, no tanto, dependiendo de quién se mueve sino de quién observe el movimiento. Varía, de igual modo, dependiendo de quién hable y de con quién hable... En un texto, recopilación indiscutible de lo que ha acontecido, de lo que acontecerá y de otras cosas que no tienen porque suceder nunca, dependiendo cómo escribamos, dependiendo de qué recursos literarios, cuantas descripciones, comas, puntos o puntos y comas utilicemos, varía. Pero sobre todo, varía, dependiendo de la intención y ahínco con que lea quien observa. Por tanto, la velocidad es completamente acorde y correlativa al aburrimiento de cada cual que, a su vez, es correlativo de igual modo a su tamaño.

Sino, mirad lo que me decía La Madre el otro día:

“Pasa por delante de mí mi vida a pasos agigantados, como decís vosotras: cual rayo en una tormenta de verano; ha sido un visto y no visto. Parece que fue ayer cuando todo tuvo origen. Ayer, sí fue ayer, cuando empecé mi circular andadura. No, tú no puedes verlo, aunque ahora estás presente. Efectivamente, tus abuelas, tatarabuelas y ancestras, en general, tampoco han sido capaces de observarlo pese a que vivieron mucho antes que tú e, incluso, muchos más años de los 26 que tú ahora tienes. Pero, al igual que tu me has permitido ver en un suspiro tu vida, déjame que te cuente en otro, yo, un resumen de la mía, algo de lo que no eres capaz de ver con tus minúsculos ojos salvo que te pares a escuchar un rato.

Date cuenta que tu crees que estás hablando con una, pero que yo no soy tal. Yo soy muchas o, si lo prefieres, una en continuo proceso de cambio. El problema viene siendo el tiempo, el que a vuestros ojos me sobra, pero a mí se me ha pasado volando. ¿Cuantos años dices que tenía tu abuelo cuando murió? Sí, bueno, a tus ojos sería viejo con 85 años. Tu abuelo murió con 85, pero yo a pesar de los que tengo aun soy joven. No tienes más que ver la energía que tengo cuando me muevo: Puede que sea violento el movimiento, pero date cuenta que cuando a vosotras os intentan hacer algo que no os gusta os revolvéis, avisáis de ese modo a quién os arremete de que está haciendo mal. Sin embargo, yo me muevo estrepitosamente y, sin embargo, nadie me escucha.

Entiendo que te extrañe que te diga que no soy una, pero ten en cuenta que yo albergo a muchas en mi interior y, dependiendo de cómo me sienta tratada, reacciono de un modo u otro. Bueno, supongo que como vosotras cuando os sentís enfermas; digo yo que no os reaccionara el cuerpo igual que cuando estáis bien y a gusto. ¿Ves? Pues a mí me pasa lo mismo.

Piensa que hay distintos tamaños en mi interior, distintas partes de mí misma que quieren ser como yo, pero sin poder alcanzar mi tamaño y eso que soy pequeñísima si me comparas con otros. Hay seres inmensos, verdaderos Titanes, en mi interior. De diferentes formas, diferentes olores, texturas; pero ninguno es menos importante. No sé como podrías entenderlo: tal vez, si pensases en todos los órganos vitales de tu interior, los glóbulos rojos que dan cohesión y vida a todos ellos llevándoles sangre, los glóbulos blancos que cuidan de que nada malo suceda y las plaquetas que cicatrizan los mal cuidados y heridos cuerpos. Y, no digamos nada de los víruses y las bacterias, sin las cuales tendríais unos cuerpos enclenques y sin defensas. ¿Entiendes ahora? En tu interior tienes una multitud de ecosistemas, de tamaños formas y texturas diferentes; pero sin ellos no podrías ser tú y, ellos, son tú sin poder tener tu tamaño, porque sin ellos no eres nada.

Pues eso mismo me pasa a mí, en otro tamaño, con otros órganos vitales, otros conductores de flujo sanguíneo, otros cicatrizantes y otros sistemas víricos y parasitarios. El problema es que, salvo que alguien se pare a escucharme, por lo general nadie quiere saber de mis necesidades que, si lo piensas bien, no distan en absoluto de las vuestras.

En fin, trataré de ubicarte:

Mi Pulmón principal, pues el resto me lo habéis arrancado y he de sobrevivir con uno, está en Sudamérica, en La Selva Amazónica. Mi sistema de flujo sanguíneo fluye desde Las Fosas Avísales de cada uno de los océanos, pasando por los polos y, desemboca en cada una de las rías por la que se introduce la vida en los órganos vitales de mi ser. No tienes más que seguir su curso para ver las capilares donde terminan mis venas acuosas. Lo que siempre me ha resultado curioso es porque vosotras hacéis la lectura reversa de mis ríos y riachuelos, pensando que nacen en los montes y mueren en el mar. ¿Nadie os explicó nunca que la vida empezó en los océanos? En fin, sois unos micro-seres curiosos. Como te decía, las capilares acuosas llegan hasta las montañas, dándoles vida y dejando usar sus cauces para desechar y limpiar el exceso de sustratos y materias sobrantes que son de suma importancia en los océanos. Sin embargo, algunas estructuras que construís no permiten terminar ese ciclo sin contaminarlo.

Sigamos: situémonos, estábamos en las montañas, donde hay grandes ecosistemas de fauna y flora que se retroalimentan los unos a los otros de modo circular. Son sistemas circulares muy rápidos y pequeños si los comparas con otros en los que me sumerge el cosmos. Eso que llamáis año, por ejemplo, que no es más que un paseo de mañana para mí y, a vosotras, os parece una unidad grande de tiempo. Supongo que será por vuestro reducido tamaño.

¿Los virus que me atacan? Bueno, desde el cariño, he de decir que de algún modo, vosotras os estáis comportando como lo que, vosotras, llamáis enfermedad vírica. Contamináis mi sangre con enfermedades nuevas cada mes, contamináis mis verdes prados con pesticidas, llenáis de agujeros mi sensible piel de ozono. Mis hermanas de esta familia que llamáis sistema solar, como si se pudiera diferenciar en algo de vuestras familias nucleares, empiezan a verme enferma y se empiezan a preocupar, con la edad que tengo, del tiempo que me queda.

Pero como te decía el tiempo que es el mismo concepto que el de velocidad, pues uno no puede entenderse sin el otro, depende del tamaño de quien observa. Con lo cual es difícil temporalizar el tiempo que me queda. Eso sí, es el máximo de tiempo que tenéis vosotras para reconducir vuestros hábitos de vida, pues yo he vivido con diferentes seres en mi interior, pero vosotras no habéis demostrado todavía ser capaces de vivir sin los ecosistemas que me conforman y sin el ecosistema que represento para vosotras; es el tiempo que os queda de vida. En mi opinión no os queda más que una ínfima parte de mi vida… Me has escuchado un suspiro de mi tiempo, una eternidad del tuyo y, ahora, tú ya lo sabes, ”

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