2008/04/14

Cuatro Intentos de Violación... y ¿ahora qué?

*Este texto lo esribí hace algún tiempo, pero en vista de las noticias sobre agresores del viernes (como continuo de ese otro artículo), creo que es perfectamente válido para la actual situación, que como se ve no ha cambiado casi nada:
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Incidente:


Hace unos meses oí que en Bilbao habían detenido a una persona al intentar violar a una mujer, por lo visto ya había tenido otros tres altercados del mismo tipo y me da por preguntarme ¿debería preocuparme por esta persona? No entiendo porqué la gente se preocupa tanto del acto y del castigo que debe sufrir por ello, si está demostrado que esas personas no tienden a rehabilitarse. Y ¿por qué habrían de rehabilitarse si desde pequeñas lo han debido ver como algo normal? Incluso, si siempre nos preocupamos de solucionar hoy lo que ocurre este mismo día ¿por qué motivo habría de preocuparme porque las niñas del futuro sigan sufriendo nuestras tribales vicisitudes y costumbres?



Nos quedamos en el hoy, en el acto, en lo repudiable del acto y el castigo que merece por éste, pero el “por qué” o el “cómo” normaliza alguien esta conducta como para que una actitud proclive a la violación se convierta en acto de violación no entra a debate... Si estuviésemos acostumbradas a pensar en el mañana, ayer ya habrían resuelto lo que hoy nos parece un problema... pero como preferimos manejarnos en el aquí y ahora, un poco como el primer conocimiento infantil sobre la temporalidad, “aquí y ahora”, pues seguimos mirando como “solucionar” –que obviamente a mi no me parece una solución sino un parche del sistema parchista en que estamos sumergidas– la insociabilidad de los violadores, sin preocuparnos de que no se repitan las violaciones en sí, pues las penas no evitan, como ya vemos todas, los actos de agresión, degradación y violación a las mujeres.



Precedente:



Hay quien dice que estas personas son enfermas, otras que es cuestión de genética, debe ser que existe el gen del violador. Por desgracia –o no– siempre me ha parecido todo este tema del determinismo genético algo parecido al pensamiento mágico de las infantes. En fin, y lo de la enfermedad o la enajenación mental transitoria que alegan luego en los juicios... Menos mal que hay abogados y abogadas que ganan dinero por inventar tonterías y términos sin sentido que libren a sus clientes del presidio, sino me parecería más patético que la gente entendiese que la enajenación mental transitoria pueda ser real –sino, si alguna vez me diese por convertir en eunuco a un violador, espero que comprendan que se debe a una enajenación mental transitoria generada por una situación de estrés traumático previa a mi enajenación momentánea y, por supuesto, transitoria–. La enajenada no es más que la persona que ha sido educada para que cualquier excusa le sirva para eximir su culpa; como antes decía, ciertas personas, con unas vivencias concretas, una educación determinada, etc... pueden ser proclives a la comprensión de la violación, incluso, esa misma comprensión de la violación puede llevarlas a practicarla. Yo jamás he entendido la violación como parte de la sexualidad, pero claro a mí nunca me gusto caperucita roja, Disney igual sí que influyó algo más, aunque no me parecen unos dibujos especialmente deseables... Y ¿qué quiero decir con esto? Pues que, en mi opinión, la educación es la parte fundamental desde la cual cambiar los procedimientos, las actitudes y porqué no, los conceptos, sobre los que vivenciamos nuestra sexualidad, nuestra vivencia en el día a día de las relaciones interpersonales, o dicho de otra manera, nuestra vivencia del género –y hablo del género sin confundirlo con el sexo, es decir, entiendo el género como el conjunto de roles que se le atribuyen a uno u otro sexo según hemos sido educadas cada una–, etc... cambios desde los que crear una base de relación diferente a los modelos actuales basados en caperucita roja u otros relatos “eróticos”. Una mujer que salga con capa roja y minifalda, con hábito o en bragas, si no tuviésemos la concepción de la provocación sexual, la concepción de posesión, de violación como posibilidad sexual aunque sea dentro de la enajenación, etc... no tendríamos ese problema.

El problema no sería como se vistiese caperucita sino que concepción tenían ella y el lobo sobre la sexualidad y la dispar concepción que tenían de la relación entre ambos sexos en cuanto al género, es decir, en cuanto a los roles que desempeñaban uno u otra en la relación que podían desear tener o no. Por tanto, cambiando esas concepciones, cambiaríamos procedimientos y actitudes, pues la gente no entendería la sumisión, la debilidad, la inocencia, la fragilidad, etc... como objetos de deseo de los hombres –moviéndome en estereotipos, tópicos, etc.–, ni los musculados cuerpos, los peinados más de moda, etc. como objeto de deseo sexual de las mujeres. Igualmente, nadie entendería un beso como una invitación a nada, sino como una muestra de afecto, nadie tendría porque entender que una mujer bailando es una provocación en toda regla a todas las personas que se sientan atraídas por ella en el bar, etc. Simplemente, hay que cambiar las concepciones para cambiar actitudes y procedimientos en el día a día... pero el día a día de hoy es la educación del ayer, y la educación de hoy es el día a día del mañana...

Entonces, ¿realmente nos apetece replantearnos nuestras existencias o simplemente preferimos pensar en la pena que pondrán a esa persona para que no seamos nosotras sus próximas víctimas? Yo coincido en que no quiero ser su próxima víctima, pero de poco me sirve encerrarlo si, por otro lado, estoy creando otros cientos de miles como él que podrán hacerme lo mismo pues sus concepciones de la sexualidad y el respeto a las personas son las mismas que las del que hemos encerrado. Justamente por eso, repito ¿he de preocuparme por este personaje que han detenido hoy? En parte, puede, pero por lo que creo que he de preocuparme –y preocuparnos– más que por el detenido hoy, es por el que detendrán mañana si no actuamos como sociedad que somos para evitarnos estos malos tragos, o, al menos, para evitárselos a las que vengan después. Procedente:


Por todo esto, pienso que muchas veces equivocamos nuestras prioridades en la lucha social. Realmente puede acusárseme de pensar únicamente en el mañana y de centrarme, por tanto, en la educación temprana para la elaboración de una sociedad diferente; pero, realmente, si la gente, por lo general, tiende a centrarse en el hoy y en las sanciones penales por las faltas cometidas en este tiempo –en base a la educación que recibieron ayer– porque no voy a centrarme yo en algo diferente, cansada como estoy de oír lamentos por los sucesos, sin dar pasos reales para potenciar actitudes y procedimientos diferentes en las relaciones de hoy. Porque seamos sinceras... y démonos cuenta de que las relaciones, es decir, la tipología de relaciones que existen hoy en día se basan, siento ser tan insistente, en la educación que recibieron desde pequeñas, tanto en la escuela como en casa; son sus vivencias las que han marcado su carácter.


Partiendo de este precedente, voy a tratar de explicar qué es lo que me parece realmente necesario que cambie en lo respectivo a la educación para que dejen de producirse este tipo de des-personalidades que crean tanto pánico social. Lo primero, qué queremos lograr: personalidades diferentes pero basadas en ciertos valores de respeto, empatía y equidad. Qué necesitamos para mostrar a las personas estos valores y cómo deberíamos hacerlo (en mi opinión): hablarles y educarles en dos temas muy importantes, y en los que, a mi modo de entenderlos, no se hace hincapié, como son la sexualidad y el no-género.


Muchas veces cuando he explicado a la gente la relación que veía entre el género y la sexualidad me han dicho que estaba muy confundido, lo mismo me ha pasado al hacer otras comparaciones como familia (concepción de bueno) y prostitución (concepción de malo) como contraposición... basando mis argumentos en “lo bueno” –o socialmente entendido como bueno– de la monogamia y “lo malo” de la poligamia... pero bueno, centrémonos en la sexualidad y el género que es lo que me toca abordar ahora.


Entendiendo el género como la asunción de los roles que diferencian actitudes, procedimientos e incluso, por extraño que parezca, conceptos entre hombres y mujeres. Es decir, es la diferencia educacional que nos hace distinguir los sexos por algo más allá de lo meramente biológico o genético. Explicando el modo en que entiendo el género no será complicado entender porque para mí el género es la clave desde la que analizar Todo, pues afecta a Todo lo que en sociedad se desarrolle por las diferencias que se establecerán a partir de esa asunción de la diferencia en las relaciones interpersonales –sociales– que vayamos estableciendo. Por lo tanto estará intrínsecamente relacionado también con las relaciones establecidas en torno a la sexualidad. Justamente por eso me parecen los dos aspectos educativos en los que incidir, pero por supuesto, no de cualquier manera, por eso no he hablado de género cuando planteé los aspectos de cambio educativo, sino que hablé del no-género.

Propuesta Abierta de Educación Sexual


Primeramente he de decir por qué hablo de educación sexual y no de educación afectiva, educación en valores, etc... Simple y llanamente porque a pesar de que el término sexo genere pavor en la sociedad; víctimas de una moral arcaica tan enraizada en nosotras mismas que no sabemos distinguir el bien del mal si no nos lo dictan, el sexo no deja de ser más que el manejo comunicativo de nuestra corporalidad. El sexo no puede entenderse hoy en día como el sistema coital al que nos tienen acostumbradas, ni como la relación sexual explicita entre dos personas. El sexo ahonda en las relaciones interpersonales, en el ámbito social de la comunicación, toda postura, todo gesto, caricia, roce... son sexuales. El sexo no es coito, es la comunicación corporal y valoración de esa comunicación interpersonal.


Entendiendo el sexo de esta manera, muy alejada de la visión reproductiva y de la visión apocalíptica y aterradora que se expresa desde ámbitos médicos, alejada como explicaba del coitocentrismo y genocentrismo, el sexo y la sexualidad es algo de lo que se impregna la vida de toda persona en sus relaciones sociales. Esa afectividad que cada una expresamos, cargada de emociones, sentimientos, contacto físico, etc. es parte de la sexualidad; digámoslo sin miedo.


Si antes hablaba de género, o no-género como propuesta educativa, era justamente porque el género, es decir, la asunción que hacen las personas de los roles y comportamientos sociales que se esperan de ellas en cada situación y lugar, son parte del sistema de clasificación que nos hacen distinguirnos en modos, dependiendo del sexo al que pertenezcamos. De igual modo, en las relaciones interpersonales, partiendo de que no las iniciamos ni mantenemos del mismo modo hombres y mujeres, me hace pensar que es únicamente por la educación diferencial que se ha dado durante muchos años. En este sentido, el modo de mostrar afecto entre cuadrillas de mujeres, cuadrillas de hombres y cuadrillas mixtas no es iguale. Pero tampoco lo es si esas cuadrillas han surgido en un entorno escolar eclesiástico, público, en las calles del barrio pobre o en los centros comerciales a los que acude la gente con dinero.


Por tanto, las relaciones interpersonales, el modo de iniciarlas y mantenerlas nos es enseñado desde muy pequeñas en el entorno que nos manejamos, tanto institucionalmente (la escuela), como ámbitos lúdicos y familiares. Y, obviamente, se diferencia sobre todo en la educación genérico-sexual que se les ha dado a unas y otras personas dependiendo de su sexo.


No existen formulas mágicas para acabar con las violaciones, ni contra el acoso, ni contra ningún tipo de agresión. Sin embargo, no son necesarias ningún tipo de formulas, mucho menos mágicas, simplemente algo de voluntad social y presión mediática para acabar con unos valores que no generan equidad, ni empatía, ni siquiera sonrisas. No puede acabarse con las violaciones si la educación desde la primera infancia es diferencial, no puede acabarse con las agresiones por “defectos” físicos si la moda establece un “bien” y un “mal”. La educación es global, todo ser, institución y medio de comunicación tiene que implicarse en este hecho. No sirve de nada decir que sí con la boca grande si luego van a hablarnos de libertad de expresión. No se que concepto de libertad de expresión tienen los medios si acallan las voces discordantes, los cuerpos que no son los que ellos, victimas de la moda, muestran; no entiendo su concepción de libertad si para ser libres tenemos que tener una talla 36 estándar, no entiendo la libre expresión si únicamente se muestra una tipología de persona. Por eso tienen que dejar de hacer demagogia quienes gobiernan, por eso los medios y las personas que somos usuarias de esos medios de comunicación, tenemos que tener claro lo que es la libertad de expresión, lo que es la equidad, el respeto y la empatía siempre unidas a la diversidad y no a modelos estándar que pretendan imponernos.


Teniendo en cuenta todas estas cosas que planteo no creo que quepa duda que actualmente el sistema de educación vigente, tanto en valores, en afectividad, en supuesta equidad, etc. no es de mi agrado. Cierto es que habrá mejorado respecto a lo que planteaban cuando Franco era corneta pero, desde luego, está malogrando los objetivos sociales que tantas veces oímos en boca de políticos y demás agentes sociales “tan entregadas ellas”... Realmente me parece un tanto poco útil para generar valores de equidad real entre sexos, para generar actitudes de empatía entre las personas, para lograr personalidades, con capacidad crítica y conducta cívica desde su responsabilidad social. No queremos autómatas asexuados, generizados y antisociales. Esos ya los hemos sufrido innumerables años de una u otra forma.


La educación sexual que creo que debiéramos dar es una que parta de un profundo análisis actual de la sociedad que tenemos hoy en día y de la que queremos generar, y abordar de este modo el tema con seriedad y valentía. ¿No queremos violaciones? Pues enseñemos lo cuerpos desnudos, el placer corporal, la comunicación ínter-corpórea, etc. ¿Que tiene de pernicioso el enseñarlo? Podría ser que les gustase... ¿es acaso eso realmente malo? El problema no creo que pueda ser que algo les guste, ni siquiera que les ayudemos a averiguar que eso puede ser de su agrado. Tal vez podría ser ésta una forma de enfocar la sexualidad de una manera que no genere en ellas las conductas que hoy en día llevan, a algunas por extrema curiosidad y a otras por minusvalorización del resto de cuerpos y personas, a practicar violaciones, agresiones por raza, por sexualidad, por sexo... POR DESCONOCIMIENTO. Mantenemos en la mayor de las ignorancias a las infantes y además queremos que cuando crezcan sepan comportarse como se les exige sin más, por el hecho de que se les exige. No hay que exigir nada, hay que enseñar, no lo que hay que hacer, sino el argumento que queda detrás de cada acto; y por tanto, la falta de argumentos que puede haber para justificar una violación. No, no es cuestión de enajenaciones mentales, ni transitorias ni imperecederas. Es fruto de la educación que impartimos ayer que hoy aun seguimos teniendo este problema.
(08/05/2007)

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