2008/04/02

El Proteccionismo Exacerbado:

*Este texto lo escribí (como algunos otros) antes de empezar con el Blog pero me apetecía darle un espacio:

Si algo puede producir sarpullido en una persona con ideales, seguro que ha de ser el trabajar en lo que más ha deseado porque su conciencia crítica le recomendaba dedicar todo su tiempo laboral a la creación de un mundo mejor y más libre, encontrándose, al empezar en ese campo laboral, con un panorama completamente desolador. Creyendo que ese terreno laboral podía estar copado por profesionales dedicadas y críticas con un proyecto que sin ser común no podía marcar tantas diferencias. Pero cuanto se puede equivocar una persona...

Desde luego, entrar a trabajar en el campo de la enseñanza, con un proyecto propio de innovación, de emancipación de las niñas, de creación de mentes despiertas y pensantes, etc. basado en valores empáticos, solidarios y de respeto; y encontrarse al llegar a los centros educativos, pudiendo observar en los que estás cierto tiempo haciendo una sustitución, un panorama de insolidaridad entre el profesorado, un clima de infantilismo entre el alumnado que, inconscientemente, fruto de la educación que han recibido, esperan pacientemente la omnisciente e inmaculada respuesta de un profesor todo poderoso que ha de iluminarlo. Niños y niñas que debieran poder inventarse historias insólitas que no debieran tener mayor lógica que la que su perspectiva de infantes les permite construir, sin que tuviese porqué tener ningún sentido o base lógica para la persona adulta. Alumnas que no son capaces más que de narrar los últimos acontecimientos del último telediario, alumnas que ayer vieron una película y no disciernen realidad de ficción y para quienes la agresión sobre sus compañeras no tiene mayor o menor valor que esa película que vieron. Es más, se convierten en directoras de cine con su teléfono móvil y participes y encubridoras de esa agresión convertida en ese momento en arte. Con un panorama así, llegas a preguntarte: ¿Habré acertado con mis estudios y planteamientos de vida a futuro si no buscaba como la mayoría de estos pseudoprofesionales una plaza fija de por vida con unas largas vacaciones? ¿Podré llevar a cabo mis planteamientos educativos en una esfera de alineación y adoctrinamiento constante donde las niñas el mayor ejercicio intelectual que hacen es una operación aritmética en clase de matemáticas?

Recuerdo cómo nos cambiaban la ropa en infantil cuando alguna nos meabamos, delante de la clase subidos en una de las mesas... al de un tiempo se adecuó un armario oscuro de pocos metros cuadrados y mucha ropa en su interior para ello. Por suerte me tocó muy de refilón porque pasaba a primaria y el ocultismo y tapismo quedó para las generaciones futuras, de buena me libré. Recuerdo con añoranza a ciertas profesoras de mi infancia, cuando estábamos en tercero y cuarto de primaria, que planteaban debates en clase, sugerían líneas de pensamiento a partir de comentarios y situaciones que se producían en clase, a esas profesoras que fueron capaces de juntar a las clases del mismo curso y crear iniciativas a partir de los intereses de sus alumnas para que desarrollaran su potencial en el campo que fuese, sin ser ellas las que creaban expectativas que podían resultarnos imposible alcanzar. A profesores que allá por quinto o sexto de primaria nos mandaba buscar en el orificio de su nariz las herramientas que “no encontrábamos” y era imposible que encontrásemos si buscar. A ese otro profesor de Rekalde que con nuestra ayuda montó una huerta en la escuela y estuvimos trabajando en ella y enseñando al resto todo lo que sabíamos, algunos que habíamos crecido entre lechugas vides todos esos veranos de una época graciosa de nuestra vida. Alumnos que quizás en clase no destacásemos por nuestra habilidad para las matemáticas pero que éramos capaces de mantener una huerta viva durante el invierno y plantarnos un mes más tarde en el centro para recoger los frutos de nuestro sudor y mostrárselos al resto.

Pero ahora lo pienso y aunque los recuerdo con añoranza, ahora que soy uno más de su gremio y veo el panorama que tengo a mi alrededor me pregunto: visto lo visto en las compañeras de mi alrededor (y gracias a que no son todas) ¿serían unas inconscientes, esas que fueron profesoras mías, por dejarme con una azada sin vigilancia en una huerta durante horas sin saber nada de mí o por sacarme de la clase de matemáticas que no producía ni ostias, para dejarme hacer algo con lo que poder demostrar mi valía, ingenio y capacidad de enseñanza a mis compañeras? ¿serían unas irresponsables, esas que fueron mis profesoras, por dejarme caer o tropezar una y otra vez con un mismo muro? ¿serían, ellas, unas personas malas por no facilitarme las herramientas del aula de experiencias y señalarme por el contrario el orificio de su nariz? ¿lo serían? Yo, desde luego, las echo de menos, como profesoras antes, y como compañeras ahora.

¿Hasta donde llegará la nula capacidad de algunas personas que se dedican a una profesión con una perspectiva restrictiva, carca, poco pedagógica y nada emancipadora cuando, al entrar a trabajar en un centro y estar cierto tiempo, empiezas a ver actitudes hostiles, muchas veces por envidias, cuando no por una estupidez congénita que tienen ciertas personas y que les impide estar y vivir satisfechas con lo que tienen y les hace ansiar siempre lo que tiene el de al lado?

Lo más triste de todo es que a esas pseudoprofesionales no se les puede exigir nada porque este sistema que nos gobierna y educa las ampara, por muy poco práctico y necesario que sea ese tipo de adoctrinamiento moral, ese tapismo legal, ese proteccionismo exacerbado que no sabemos si busca, pero desde luego no encuentra más que el infantilismo perpetuado.

(25/01/2008)

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