2008/04/02

Los Complacientes días "D"

El día del niño, el día de la mujer, El día del agua, el día contra el racismo, el día contra las agresiones de género, el día del padre, el día de la madre… El día D(e) –lo que sea–, no es más que una concesión gubernamental a los colectivos reivindicantes como acierto de sus planteamientos, ocultando tras su complaciente obsequio a lo reivindicado una audaz estratagema; un límite en el campo de la actuación social de las asociaciones y colectivos.

No es casualidad que, en rededor de cada movimiento social que inicia su marcha por sus derechos con paso firme, salga una institución complaciente que les otorga un día D, mediatizando la atención de su lucha en ese día señalado y obligando a dichos colectivos a invertir la mayoría de sus esfuerzos en lo qué mostrar al público de la fecha señalada, "importante" –pues así se lo han hecho creer desde las instituciones– para su lucha.

Desvirtúa de este modo la lucha del colectivo o asociación que centra sus esfuerzos en elaborar un bonito discurso, una bonita "celebración" del día D, obviando la labor filosófica y reivindicativa de búsqueda de su verdad –la realidad que los envuelve y que dio origen a la lucha– que venían haciendo y redirigiendo sus esfuerzos en pro de lo "intitucionalmente correcto". Desvirtuando el día a día en pro del Gran día D.

Si lamentable es que los gobiernos, con afán de control y protagonismo, creen espacios reduccionistas de las luchas sociales por intereses partidistas, no menos lamentable es que los colectivos y asociaciones no se den cuenta de esta farsa en que se ven envueltas y participen así en este tipo de lucha metodológicamente mediatizada e interesadamente partidizada. No importa en sí el origen de la lucha, el fin, las acciones y metodologías usadas hasta el momento en que se otorga el día o los días D. Incluso, creo que, cuanto mayor ha sido el movimiento social impulsor de la lucha más días se les ha ido otorgando, hasta que han sido mediatizados mediante los sistemas reformistas –más que reformistas son parchistas, pues no hacen más que poner rotos a los descosidos– que se alejan de la lucha original y que ante la complejidad del sistema y lo inaccesible de las instituciones, las asociaciones y colectivos minorizados, no "pueden", o mejor dicho, no pueden menos que creer que no pueden obtener mayores logros que aceptando las tesis parchistas que les ofrece el gobierno, viniendo a ser parte así, del folclore del país.

Lo que el sistema genera, a favor o en contra de él, es absorbido o reconducido por éste, para que le de beneficios, es decir, rentabilidad política y económica. Únicamente el movimiento que consiguiese abstraerse del sistema y construir desde "fuera" de Él tendría posibilidades de crear algo, siempre que no se dejase cegar por la plasticidad del sistema para reconducir la fuerza ajena a sus propios intereses –políticos y económicos– y siempre y cuando lograse no lograr nada. Parece absurdo pero creo que para nada lo es. El sistema crea cosas para lograr cosas, para la rentabilidad que engendra para el sistema la creación de "lo que sea" –lo mismo da si es material o teórico/ideológico– y la explotación que puede hacer de esa creación; por tanto, la única lucha que puede esperar conseguir algo productivo –entendiendo en este caso producción como algo que exceda "la productividad" del sistema– es la lucha por la no obtención de nada que el sistema pueda agenciarse porque sino volvería a estar dentro del sistema en una de sus muchas variantes por su capacidad plástica de modelar su careta para dar continuidad a sus propios intereses.

Como ejemplo de lo que hablo veo yo al movimiento anarquista no institucionalizado y al movimiento queer siempre que no llegue nunca a luchar para conseguir "el día D orgullo queer". El resto de movimientos, de índole social, humanitaria, política, etc. termina venciendo a los intereses del sistema, sino el mismo sistema acaba ahogándolos, no concediéndoles espacios, no concediéndoles aportes económicos que los sustenten, etc. Si nos fijamos en el análisis –superficial–, cualquier movimiento que necesite de espacios y dinero estará atado al sistema ya que éste trabaja en estos parámetros, con lo cual, cualquier cosa que se quiera generar en positivo tiene que tener su origen fuera de estos.

Todo lo que da rentabilidad política a los partidos, que operan en el sistema de politiqueo gubernamental, están fuera de cualquier posible generación de nuevos ideales o políticas de construcción. Siempre que respetemos los formatos espacio/temporales que nos proporciona el sistema, como "la familia" –consanguínea y que limita los pasos creadores de las nuevas generaciones–, "el matrimonio" –espacio que limita la sexualidad, la sentimentalidad y la vivencia de experiencias más allá de la cultura monogámica–, "el congreso" –como sistema burocrático y político que no deja lugar de incisión más que a una élite minoritaria que hace tiempo que abandonó el ideal social y se agarró a la libreta del banco–, etc., estaremos atados a los sistemas de creación de ése mismo sistema, con lo que no podremos más que reformarlo, sin poder dar origen a nuevas políticas que se salgan del patrón pre-establecido. Y no pre-establecido por un énte amorfo que nadie comprende, sino por los intereses especulativos de quienes ganan dinero por ser referencia de un último énte de espacio y de tiempo: "el estado" o "la nación" a la que supuestamente todas tenemos que pertenecer y, además, con orgullo.

¡¡Que se queden con el tiempo, con el espacio, con la historia y con todas las instituciones de control de las relaciones humanas que puedan generar distrofia de la personalidad individual y colectiva más allá de límites contextualizados que son las instituciones "humanistas"!! Si queremos crear algo que parta de nosotras, no de lo políticamente correcto, ni de las leyes que hay hasta ahora mal(tr)hechas; no invirtamos un segundo más de nuestras vidas en la creación de escaparates vacíos de la tienda del sistema, no seamos sus maniquíes; si quieren un día D, de acuerdo, que lo organicen ellos; nosotras tenemos el deber, para con nuestros ideales, de seguir con nuestra lucha del día a día, de la lucha a pie de calle.

(publicado en la revista HIKA)

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