2008/04/02

Sobre lo interesante o no de las cosas que pasan desapercibidas en la infancia

Es bonito ver a niñas de entre 6 y 8 años haciendo talleres de manualidades en los cuales han de dibujar su propio cuerpo sobre tiras de papel que les posibilita el dibujarse a tamaño real. Es gratificante escuchar su risa y ver sus ojos resplandecientes al dibujar la silueta de sus compañeras para que tengan la base desde la cual empezar desde la que representarse.
Resulta curioso que al estar repasando con lápiz el cuerpo de sus compañeras, mientras se apoyan con la otra mano a su lado o sobre él, no sientan pudor de lo que a ojos de una persona adulta "pueden estar tocando". Es más, una niña se levanta la falda para que la otra termine de hacerle la silueta... nadie, ni ella, ni su compañera, ni siquiera el resto de la clase ha demorado un solo segundo su actividad por este hecho; no ha tenido relevancia ni trascendencia, seguramente porque no la tenga... Estoy convencido de que lo que pasa desapercibido a los ojos curiosos de una infante es que no es de ningún interés, por lo que la desmesurada importancia que pueda darle una persona adulta de mirada cansada a un hecho tan insignificante y cotidiano, es únicamente fruto de la perversión de su propia paranoia moral.
Estas alumnas son las mismas que tras la clase de Educación física se cambian la camiseta unas frente a otras sin distinción de sexo o género y sin que esto entrañe ningún tipo de dilema moral para ellas. Son las mismas que juegan a la comba, al escondite o a fútbol sin importar quién está a su lado. Son, también, hijos e hijas de personas que pudieron ser educadas en el pudor pero que, por ahora, han logrado traspasar ciertos tabues sociales y, seguramente, propios para dar así a éstas más herramientas que las que tuvieron en sus tiempos, para que hagan frente así a la "temida" igualdad.

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