2008/05/27

La Sexualidad en la Agenda Política (charla)

Bueno este texto que dejo a continuación es el que hoy, a estas horas, están escuchando las personas que hayan venido en el Hikaateneo de Bilbao en la charla que estoy dando junto con Izaskun de la Rua sobre "Sexualidad en la Agenda Política". ¿Que cómo es que lo estoy dando a estas horas y publicandolo al mismo tiempo? Pues porque la tecnología me deja programar cosillas para que sean publicadas cuando mejor me venga... Así que para quienes os gustan los textos largos:
________________________________________________________________

En estos tiempos, la sexualidad, formulada de diversas maneras, tiene cabida en los discursos macropolíticos de cualquier partido o plebiscito. Nadie duda de la importancia de este tema en la sociedad y, por tanto, la clase política, haciéndose eco de la popularidad, relevancia y, sobre todo, de la posibilidad de generación de voto que podría repercutir de las decisiones políticas en una u otra dirección, han dado al sexo y a la sexualidad un espacio público importante.

Desde hace poco tiempo, una parte de las denominadas sexualidades periféricas, que giraban en torno a la única sexualidad vanagloriada, han adquirido el derecho de adopción, de institucionalización completa de su convivencia, etc. De este modo se ha normalizado y, en su justa medida, normativizado el modo en que las personas conocidas como homosexuales debían vivir sus relaciones interpersonales y, por tanto, ha pasado a ser parte de la sexualidad “normal”, es decir, que se mantiene dentro de la norma, sobre todo porque esa norma ha sido ligeramente modificada.

En este mismo sentido, la clase política ha desarrollado proyectos en torno al sexo, al igual que en torno a sexualidades, como parte de la estrategia de captación de voto y desgaste de asociaciones, y voces discordantes, que han ido conformándose con acuerdos de mínimos en temas que ciertas personas llevaban 30 años al menos reivindicando. Como ejemplo todos los proyectos de educación sexual que no ahondan en nada más allá que el uso del profiláctico y el conocimiento de las sexualidades obviando las prácticas sexuales en sí. Las campañas del uso del condón que no dejan de central el sexo en el genitocentrismo, en la heteronormatividad más normalizada y, puede, que de uso más extendido, pero de dudosa paridad entre sexos y géneros.

De igual modo, se han ido desarrollando formatos de implantación de necesidades sexuales o de deseo, en las cuales el sexo se limita a un número de personas, a unos tiempos y unos espacios determinados, de los cuales no puede salirse por temores, tabúes e incluso leyes que imposibilitan vivir otros modos de sexo o sexualidades. Como ejemplo de esto último podríamos citar casos de sexo en público tachado de perversor de infantes, cuando, sin embargo, las infantes tienen acceso a sexo mucho más topificado y explícito (conocido como follar!) en internet, en la televisión, revistas, a actitudes sexuales de dudoso valor positivo pues mitifican cierta forma de sexo, etc. Lo cual, no deja dudas del farisaísmo social en el que nos vemos inmersas. El sexo se ha limitado en tiempo a la noche y, prácticamente, nadie sale del esquema nocturno para buscar y mantener relaciones sexuales. De hecho las campañas institucionales no hacen nada por “diurnar” el sexo, sino que se limitan a hablar de alcohol y sexo, drogas y sexo o fiesta y sexo, como si en otros formatos sociales no podría plantearse semejante cosa de una manera mucho más saludable. Por último, la cantidad de personas que mantienen una relación, es un parámetro sexual que sin tener, por lo general, ningún argumento para justificarse crea pavor en la gente y, por supuesto, tampoco se suele tratar de desmitificar lo negativo de este tipo de prácticas.

Además de los formatos, se han ido creando necesidades consumistas de sexo, como juguetes sexuales, entornos de consumo en los que hay posibilidad de que se genere una situación o relación sexual. Porque ¿alguien se ha planteado alguna vez por qué no se crean situaciones o relaciones sexuales fuera de ámbitos de consumo necesario? ¿Nadie? Y lo que resulta más fascinante, ¿por qué no se hacen políticas para que el sexo trascienda el consumo de sexo en sí y de terceras sustancias que se relacionan con el sexo?

Tras estas anotaciones sobre parámetros, sexualidades y sexo, vemos que el sexo copa una parte importante de la vida social de nuestros días. Quien más quien menos está enterada de las políticas que se van haciendo en torno a las sexualidades y de las campañas en torno al sexo y, del mismo modo, quien más quien menos ve como se desarrolla la sexualidad en su propio entorno. Por lo que nadie duda que haya que legislar, trabajar, incidir, etc. en toda temática que guarde relación con el sexo y la sexualidad, puesto que es parte social de nuestras relaciones. Por tanto, llegadas a este punto, habría que analizar cómo se está dando cabida en la Agenda Política al sexo y a la sexualidad, y plantearnos si cabría la posibilidad de cambiarlo de algún modo, sobre todo para quienes pensamos que otra sociedad es posible, que las agresiones sexuales son evitables, que la paridad entre géneros o la abolición de estos, tanto dentro como fuera de las relaciones sexuales, son imprescindibles, etc.

Opino que es innegable que el sistema de géneros y las concepciones sexuales que siguen hoy día vigentes no están dando un resultado satisfactorio en cuanto a la composición de relaciones sociales de diversos tipos, entre ellas a las relaciones convivenciales y a las, netamente, sexuales. Por tanto, un primer punto a agregar a la Agenda política sería, en mi opinión, la creación de una “Ley Integral de Decostrucción del Género”. Integral porque el género es un aspecto educativo que se asume mediante imitación y transmisión, por lo que habría que incidir en todos los ámbitos y aspectos que puedan generar géneros imparitarios, como pueden ser los actuales. Deconstructora porque los géneros están ya construidos y habrá que pensar como no seguir construyéndolos en las siguientes generaciones, fomentando las personalidades críticas individuales, con un gran poder empático al mismo tiempo que mostrador de iniciativa personal; para lo cual habrá que tratar de deconstruir ciertos aspectos de los arquetipos de roles masculino y femenino en las personas que los representan. Y, por último, de género, porque la sociedad y la sexualidad que se vive en esta sociedad, al igual que en el resto de las cosas, se separa por géneros, por lo que para evitar separatismos innecesarios, habría que destruir el binomio genérico.

Como segundo punto importante, unido al primero, el género potencia otro tipo de discriminación que no se queda en las personas de uno u otro sexo, sino que alcanza a las personas que sienten sus mentes en cuerpos extraños que dicen no corresponderse. Crea espacios tan sumamente excluyentes que las personas que viven procesos de transexuación o se sienten y autodenominan transexuales, no tienen cabida en esos espacios creados para uno u otro sexo y arquetipo generista. Por lo que, además de la deconstrucción del género, que como su nombre indica es un proceso (proceso deconstructor), habría que implantar leyes inminentemente de despsiquiatrización de la transexualidad y de cambios de nombre sin trabas, porque los nombres denominan a personas y no pueden ser motivo de diferenciación generista. Por lo tanto, los nombres deberían ser cambiables sin tener en cuenta sexo o género que identifique a esas personas, como hasta hace poco había venido pasando de algún modo en euskera que daba la posibilidad de usar nombres para hombres o mujeres indistintamente.

Siendo estos dos puntos, previamente tratados, de suma importancia para el planteamiento posterior de la sexualidad o el sexo y las leyes o cuestiones que tengan que integrar la agenda política, hay hoy en día cosas básicas que deberían plantearse hacer, pues resulta vergonzoso que como educadora, por ejemplo, no tenga acceso desde el centro educativo, así como desde puestos administrativos que pertenezcan al ámbito público y, por tanto, dependientes del Gobierno Vasco, a páginas webs en internet que pudieran ser de gran interés sexoeducativo que, además, son páginas de asociaciones que operan en Euskal Herria y que están registradas como tales. U otras páginas que tratando el tema, al tener escrito la palabra sexo, bolas chinas, felación, vagina, etc. no puede accederse a ellas. Es deprimente que gobiernos que hablan de la educación sexual no potencien el acceso a ella, ni siquiera a las profesionales. Es más, está vetado el acceso a algunos espacios de la wikipedia y Queer Ekintza, entre ortos, que explican esos términos. Por lo tanto, el tercer punto a integrar en la agenda política debería ser el acceso a la información interesante que capacita a la gente para presentar y enseñar ideas, conceptos, actitudes y procedimientos más críticos y desarrollados en el campo de la sexualidad.

Siguiendo con todo esto, sería realmente importante buscar el modo de integrar la educación sexual en la educación temprana y que tuviese continuidad en toda la vida escolar. Es curioso y cierto que hay mucho miedo, mayormente por desconocimiento, al hecho de enseñar desde pequeñas la sexualidad que hay en ellas, así como la gestión del placer, de la desnudez como naturalización del cuerpo, etc. Pero resulta más curioso, si cabe, que, por el contrario, poca gente se plantee que el sistema educativo generista parcheado que se ha venido dando hasta ahora, no haya dejado de fomentar agresiones, falta de equidad, falta de empatía y solidaridad, etc. y, sin embargo, tema el resultado que pueda tener enseñar a amar sus propios cuerpos y los de las personas que las rodean. Es evidente que esos temores no tienen justificación lógica, sino una justificación irracional fruto de tabúes sociales extendidos y de una moral arcaica que sigue rigiendo las conductas y relaciones humanas.

Por lo tanto, el cuarto debería ser integrar la sexualidad en la educación que aun puesto como cuarto punto para la mejor comprensión que me motiva a pensar en su cabida en la agenda política, no me parece menos importante que el resto, sino todo lo contrario. Resulta fundamental que la educación asuma con naturalidad a las personas desde que nacen, dejándoles posibilidad de experimentación de sus cuerpos y conocimiento de estos. Resulta bastante lógico pensar que el conocimiento pueda desarraigar eternos interrogantes y miedos sobre el propio sexo de cada persona o sobre el que no nos haya tocado vivir, incluso esos miedos sobre las personas que no asumen su sexo pues es discorde con el género que interiorizan o el sexo que sienten como propio. La educación planteada de este modo puede ayudar a valorar la diferencia física e, incluso, la fisiológica, sin merma alguna de valor de unos sexos frente a otros, justamente porque siendo desde pequeñas enseñadas a valorarse por igual teniendo el sexo que tengan y conociendo sus sexos y el de sus compañeras, estarán más capacitadas para fundamentar sus valores en los omnipresentes, y hasta ahora “adúlteros” conceptos, de empatía y equidad. Por eso, resulta imprescindible integrar la educación sexual desde primer curso de primaria, como aspecto fundamental que integrará sus vidas. Para lo cual hay posibilidades varias como crear una nueva especialidad de magisterio o, una segunda opción, solicitar a las docentes que hagan postgrados de sexología; a modo de capacitación básica necesaria para dar esta materia, dejando fuera de ésta a médicos y ATS que no tienen porque dar clases pues su preparación no se lo permite y porque nuestra concepción de la sexualidad no los acepta como autoridades de la materia.

Dejando el sexo y la educación un poco aparte, a modo de planteamiento del siguiente punto de integración en la agenda política, creo necesario plantear o cuestionar las políticas de equidad y, para ello, cuestionar los discursos que las generan. Cierto es que se trabaja mucho por la equidad, pero no es menos cierto que la palabra “mucho” no es intrínseca ni sinónima de “bien” o “bueno”. Y, también es cierto, que en cuanto alguien se cuestiona los discursos y políticas en este sentido suele ser tildado de machista, indiferentemente de si es hombre o mujer e indiferentemente, incluso, de su trayectoria política o ideológica. Creo que es importante un replanteamiento y una autocrítica en este sentido, porque parte de esa equidad se fundamenta o desarrolla (depende el caso y la situación) en la sexualidad de las personas y pese a que, normalmente, hablamos en términos de diferencia de género, suele resultar que esa diferencia de género también va unida a una diferencia sexual o de sexualidad o, incluso, de género o roles asumidos en las otras dos. Realidad esta última que no se contempla en las actuales políticas para la equidad o, más conocidas como, políticas para la igualdad. Por lo tanto, habría que replantear los parámetros en los que se basa la política equitativa entre sexos, entre otras cosas porque también condiciona la vida sexual de las personas.

Por otro lado, fuera parte de que el género y todas las políticas que se hagan en torno a esto tengan consecuencias en la sexualidad de las personas, hay que tener en cuenta también como se construyen las personalidades generizadas y como se desarrollan a partir de éstas las relaciones que se establecen a causa de las conceptualizaciones que hacemos desde pequeñas sobre las relaciones entre sexos y géneros. Hay que empezar a plantear, por tanto, que los discursos y las políticas de equidad (o igualdad de género) no pueden crear tampoco sentimientos de culpa por haber nacido en uno u otro sexo, ni potenciar discriminaciones dando igual que las queramos tildar de positivas, negativas o adornarlas con lacitos rosas. Centrándome ahora en las relaciones heterosexuales, ya que suelo hablar del resto normalmente, no puede ser que una mujer crezca sintiéndose débil, desamparada en una sociedad violadora o víctima, porque no es real que la sociedad viole, ni es real que ella sea débil. Del mismo modo que no es de recibo que un hombre no pueda proponer sin preámbulos sexo a una mujer por temor a ser un manipulador, un machito, un machista, un opresor, etc. o que no pueda participar en unas jornadas feministas por su condición de género o sexo. No es equitativo ni igualitario el tachar de machista los clásicos txokos en los que entraban únicamente hombres y ahora crear esos mismos espacios que se despreciaban hacia el otro sexo o género. Mientras se sigan reproduciendo conductas heteronormativas, tradicionales y generocentristas, tanto en círculos de mujeres que se denominan feministas (que no deja de ser un hembrismo recalcitrante que tratan de disimular con el nombre) como de hombres machistas, no podremos avanzar hacia una asimilación social de los conceptos grupales de la equidad y la empatía, fundamentales para la mejora en calidad de vida de las personas y búsqueda de la paridad.

Por lo tanto, un quinto punto para la agenda política, tocando transversalmente la sexualidad, sería que se desarrollaran discursos, revisasen leyes y campañas, etc. para dotar a esas y las nuevas cosas que se vayan a hacer de un contenido paritario que no necesite de discriminaciones para buscar una hipotética e imposible igualdad, pues la igualdad o paridad sólo es visible para quien la labra y no para quien dice trabajarla amparando discriminaciones.

Un sexto punto, muy importante en el sentido de la paridad y de la sexualidad en sí, sería el control de los contenidos en las televisiones. Y, conste, que hablo de contenido, no de sexo explícito que pueda verse o de temor a que lo vean menores de edad. Más que nada porque no me parece traumático que vean sexo abiertamente cuando buscan el acceso a él de un modo encubierto y en el mayor de los ocultismos y desconocimientos. La desinformación es el mayor de los peligros en torno a la sexualidad. Es por esto que habría que regular las actitudes, roles, sexualidades y ejemplos de entablamiento de relaciones que se emiten por televisión. Pues si es verdad que sería más interesante que las progenitoras viesen la televisión con sus hijas de una manera activa, más cierto es que sobre eso no puede legislarse ni puede, por tanto, agregarse a la agenda política. Por tanto, sería de sumo interés que las televisiones emitiesen contenidos acordes con la “Ley Integral de Deconstrucción de Género” que proponía anteriormente, en la cual los mass media podrían estar regulados dentro de ella.

Séptimo punto importante que podríamos considerar agregar a la agenda política debería ser bajar el IVA a los productos de interés común y necesidad básica, a los de prevención de enfermedades y/o embarazos no deseados, para poder así impulsar, aunque sea dentro del coitocentrismo, una sexualidad basada en el placer y no en la reproducción y otros como tampones o compresas que son imprescindibles en el día a día de las mujeres. Oí hace unos meses que el PSOE había propuesto bajar el impuesto a los condones, tampones y compresas, bajando del 7% al 4% el IVA y equiparandolo así a los medicamentos.He de decir que me parece una buena medida, pero junto con ellos deberían bajárselo a los dental dump y a los condones para mujeres, así como otros medios de anticoncepción y antitransmisión. Resulta una petición casi justificada por sí misma pues siempre se ha dicho que es más rentable y más ético prevenir que curar, por lo que será más rentable y más ético prevenir enfermedades y embarazos a tener que darles soluciones posteriores que, generalmente, suelen estar basadas en caros medicamentos que tienen que tomarse en prolongados periodos de tiempo, con sus correspondientes visitas a médicos y especialistas y con el coste que ello conlleva a la seguridad social y a las personas que las padecen. Esperemos que ésa promesa sea una de las que se terminan cumpliendo.

Como octavo punto, en relación con los formatos de sexo (los tiempos, cupo de personas, etc.) y directamente ligado a la última ordenanza municipal que se pretende implantar en el municipio de Bilbao, la cual supuestamente trata de regular “la utilización de los espacios públicos para el ejercicio de la prostitución”, creo que sería muy interesante abrir un debate sobre la utilidad de este tipo de leyes, sobre la posibilidad de uso de los espacios públicos para actividades sexuales, sobre la dudosa peligrosidad educativa o moral de la visualización del sexo en la vía pública por parte de las menores. Cabría discutir entre las adultas si realmente es pernicioso el ver la sexualidad de un modo público o si somos, por el contrario, la adultas las que hacemos perniciosa la visión de ésta entre las infantes por la visión negativa propia de la que partimos normalmente. Y, tras discutir, sería muy beneficioso para la sociedad dar otra visión menos segregacionista de la sexualidad abriéndole más los espacios públicos de modo que no se mantenga una innecesaria tensión en torno al desconocimiento sexual y el morbo de lo prohibido.

Como noveno y último punto, en mi opinión interesante, podría ser el aumentar las dotaciones a investigación en sexología. Sería dotar de un presupuesto mayor al que pueda estar recibiendo actualmente el campo de la sexología, para que desde ésta se impartan cursos para educadoras, sociólogas y psicólogas que tengan que trabajar cara al público con estos temas. Del mismo modo, podría exigírsele a la universidad de sexología que parte de la dotación presupuestaria fuese destinada a I+D en ese campo. Pues podrían investigar en muchos sentidos en los diferentes campos que puede abarcar la sexología generando una gran riqueza social con los posibles descubrimientos e inventos que mejoren las prácticas sexuales que vayan observándose en la sociedad.

En definitiva, habría que tratar la sexualidad como se merece, sin ostentosidades ni ocultismos, simplemente como dimensión social y comunicativa de las personas y, por tanto, como generadora de valores en sí mismos y actitudes empáticas y erotofílicas por defecto, pues sin tabúes no se negativiza ni teme a la sexualidad ni al sexo, pues tampoco se temen las expresiones comunicativas de otros tipos. Además, agregando los puntos mencionados y otros que pudiesen írsenos ocurriendo a medida que vayan surgiendo nuevas necesidades, podríamos hacer que en un medio plazo las vejaciones y agresiones de connotación sexual prácticamente desapareciesen, al menos en el contexto que hoy día conocemos pues también cabría la posibilidad de que se transformasen fruto de otros errores que pudiésemos cometer. Pero no cabe duda de que no enseñando a poseer cuerpos ni desear desnudos no habría lugar a violaciones ni tocamientos pues no se concebiría en ese sentido el placer. Eduquemos, entonces, en placeres y en autosatisfacciones, eduquemos personalidades positivas y empáticas, y hagamos políticas más allá del sexo y la sexualidad pero de repercusión inmediata en ellas. No tratemos de controlar ni normativizar el sexo, tratemos de que todas podamos vivirlo y fundamentarlo en positivo, sin importar el lugar ni el momento.

Escrito en: (22/04/2008)


4 comentarios:

Anónimo dijo...

jo nik ezin izan nun jun, lanetik oso justu atera nintzen ta gero ataskoa :(, zer moduz atera zen? galdera asko in zizuten? kontatu kontatu

Unknown dijo...

egia esan behar badut ez zitzaidan oso ondo atera. 13 bat pertsona egon ziren. Baina arazoa ez zen izan jende kopurua, baizik eta nire urduritasuna eta konfidantza eza... hori dena esaten ez nuela jakingo pentsatu eta irakurriz eman nuen hitzaldia, eta horrela ezin ondo atera, noski.

Ideiak hala ere gustatu zitzaien eta gero eman nituen azalpenak ere. esan zidaten irakurle baino hiztun hobea naizela eta hurrengoan akatz berdina ez egiteko. ;)

Anónimo dijo...

bueno zure lehen aldia izanik (hitzaldia ematen esan nahi det) ba normala da urduri egotea, hori egiten ere ikasten da, nik aurkezpen bat egin behar dudanean ondo barneratua eramaten det, ahu da ez buruz ikasia baizik eta argi buruan zer esan nahi dudan, ta hola eskema mental bat jarraituz irakurri baino hitzegiten dezu ta hobeto atetzen da, gainera zuk ondo hitzegiten dezu ta bizitasuna ere emango zenioke, hurrengoan hobeto ingo dezu ;)

zeri buruz galdetu zizuten gero?

Unknown dijo...

irakurri nuenaren inguruan, gaiak sakontzeko eskatu zidaten... eta hala egin nuen.

Nire arazoa ez zen gaiaren inguruan ez jakitea, 6 urte edo daramatzat horretan, eta gainera testua nire ideiekin sortua zen... sin más. HUrrengoan hobeto ;)