Seguiremos Intentando Conquistar los Espacios Públicos

Hace 30 años que un régimen dictatorial cayó estrepitósamente rendido a los pies de un pueblo que clamaba justicia. Hace nada más y nada menos que treinta años que ese pueblo, tras años de clandestinas reuniones, salió a la calle. Se legalizaron sindicatos, se terminó dando derecho a la reunión, a la manifestación pública de las discrepancias con el gobierno y la iglesia... Hace ya treinta años.

Pero fue 10 años antes, en mayo del 68, cuando cientos de personas pasaron la frontera con el estado frances para revindicar valores que diez años despues volverían a apologizar en España con la caida del régimen. Sumamos ya 40 años.

En esta nación suprafronteriza en la que me ha tocado nacer, sumamos 40 años a un lado u otro de las fronteras Francesas y Españolas de revindicación de conquista de los espacios públicos, del amor libre, del derecho a la reunión, a la libertad sexual, a la manifestación, por nuestros derechos idiomaticos, por la laicidad, etc. 40 años.

Pero fue en los años 60, cuando prácticamente nadie cruzaba el charco, cuando al otro lado, al mismo tiempo, sucedió lo de Stonewall, 20 años de fuerte lucha para que el movimiento lésbico, trans y gay fuera más allá con sus pensamientos y filosofías, con sus revindicaciones y actos, y diera lugar al movimiento queer. Pero comenzó en los 60, al menos de un modo grupal y organizado. Sumamos 50 años ya.

Y fue, en esa década previa, en la cercanía e interior de Euskal Herria, cuando nacieron muchísimas de las hijas de guerrilleras. Guerrilleras republicanas que años antes habían mantenido en jaque a las tropas golpistas de Franco y que tras el genocidio y la rastrería enfermiza de los represores, fueron educadas de manera algo diferente, algo estaba cambiando. Fueron las hijas de las guerrilleras nacidas en esa decada que en pleno apogeo hormonal, con sus veinte o treinta años y con una educación algo diferente, conquistaron las calles en la segunda parte de los 70 porque era su derecho y querían hacerselo saber a quienes habían estado negándoselo.

Hoy, las hijas de sus hijas, o sea, nosotras, habremos de salir a la calle, conquistarla una vez más, porque aquí, donde estuvieron nuestras abuelas, nuestras madres... habremos de estar nosotras para revindicar un derecho que siguen negándonos sistemáticamente las fuerzas represoras que, como adalides de la moralidad, nos dictan lo que hemos de hacer con nuestros cuerpos y con los cuerpos de quienes nos rodean. Nos dictan qué y nos dictan dónde, cuando y cómo hemos de hacerlo y, nosotras, hijas y nietas de la revolución, nos revelaremos contra la injusticia, saliendo a la calle y diciendo SÍ. Sí a poder expresarnos con nuestros cuerpos, dónde, cómo y cuando nos dé la real gana, sin prejuicios ni miedo a ser castigadas. Diremos sí y daremos, sí, besos a nuestras camaradas, carícias a nuestras amadas. Saldremos una vez más a decir sí a la justicia social que debiera asistirnos y preocuparse de que cada una de nosotras pueda ser más libre cada día. Diremos sí a la vida... a esa vida libre. Por la libertad nos volverán a ver en la calle!!!

Un Saludo

(Una Carta a nosotras... nietas de la revolución, revolucionarias de nuestra generación)