2010/04/03

Terminando el Fin de Semana

Aquella mañana no me desperté de forma natural... algo artificial debió interrumpir mis sueños que me llevaban a nuevos mundos. Una voz, tras de mí, me susurró al oido que era hora de despertarse si queriamos aprobechar el día. Aquella noche tuve un sueño curiosamente extraño, no acababa de aterrizar en aquel maravilloso y apasionante planeta prácticamente, pero aun así ya estaba soñando con un nuevo planeta, no menos fascinante pero completamente diferente.

Pero dado que estaba despierta y que, tenía que disfrutar del planeta en que ahora me hallaba, decidí hacer caso entre sueños a aquel susurro que me hacía una apetecible sugerencia: visitariamos la ciudad. Desde luego había sido la primera noche en mucho tiempo que alguien me abrazaba mientras dormía y me despertaba con un sensual susurro invitandome a hacer algo sugerente... Aquel día tenía visos de empezar tan bien como había empezado el fin de semana. Iba a ser el culmen de un fin de semana perfecto, no me cabía duda.

Un ligero desayuno, preparado por una pequeña arreitcola que llegó antes que nosotras a la cocina y que nos invitó a probarlo y darle nuestra opinión; tras una ligera charla durante el ligero desayuno con la pequeña compañera y algunas otras que allí estaban tomandose una infusión de algas turquesas que dejaban un bonito color en el agua caliente, salimos a la calle. Era la primera vez que no iba a algún específico lugar por aquellas calles, tan solo andabamos mientras me explicaba lo que era cada lugar, los usos de algunos de ellos, etc. No era, realmente, tan diferente de la Tierra; al menos en cuanto a tiendas y servicios se refería. También pasabamos por coloridos parques, repletos de floridos árboles, plantas y algo parecido a rosales. Resultaba hermoso, pero demasiado similar a la Tierra. Por la forma de ser de aquellos seres creo que me había imaginado algo sumamente diferente, algo tan diferente como lo eran sus personalidades, algo que realmente hubiese hecho que su evolución no fuera como la nuestra, algo como...

- Y esto es una ludoteca - dijo señalando una gigantesca estructura,.

Era una gran muralla que daba a un gran patio rectangular, perfectamente simétrico, de paredes muy gruesas hechas de piedras rectangulares, flanqueada por ocho torres cilíndricas acabadas en tejados con forma de pica y muy pequeñas ventanas situada en la parte media que nada podía tener que ver con ver a traves de ellas por la altura a la que estaban ubicadas. Al entrar en el patio podía verse una especie de pequeño edificio del que salían unas pequeñas fuentecillas, rodeado, por todo el espacio, de sillas, bancos y mecedoras y, tras ésto, al final del patio un acceso majestuoso a un edificio magnánime, con tejados cupulados pequeñas ventanas con cristales de colores que debían proyectar luces espectradas en su interior. 

Si majestuoso y gigantesco parecía el edificio desde fuera, había que entrar para entender lo realmente impresionante que podía llegar a ser. Realmente parecía costruido por una tecnología extraterrestre. En cierta manera me recordaba a las iglesias o mezquitas que había visto en la Tierra por la inmensidad de los espacios que se creaban en su interior, así como por la altura a la que estaban los techos. Pero qué cantidad de espacio desaprobechado, ¿por qué no se les habría ocurrido hacer varios pisos en cada una de las ludotecas que pudiera haber en aquella ciudad para que más gente pudiera utilizarlas?

- Pero... ¿qué hacen esas en medio de la ludoteca? - pregunté completamente asombrada ante tal curioso espectáculo.
- Se están acariciando - respondió con tono de obviedad pues no necesitaba mucha explicación.
- Bueno, sí, claro, pero... están desnudas, acariciandose todo el cuerpo, masturbándose en un espacio público. ¿Son para esto las ludotecas? 
- Mmmm... Sí y no. - Me dijo escuetamente como si habría de entenderlo. Aunque mi cara de perplejidad creo que hizo que terminara por alargar aquella trisilábica respuesta. - Sí, se están acariciando en un espacio público como es lógico entre personas que les apetece estar juntas y/o se quieren. De hecho en las habitaciones de cada una, los únicos espacios, digamos, privados, también pueden hacerlo si quieren. Y, no, las ludotecas no es que sean para eso exactamente, simplemente son lugares de suma tranquilidad y armonía por la grandeza de sus espacios y la elevación del espíritu al utilizarlos como espacio de recreo y debate para discutir sobre el pensamiento, de suma tranquilidad como la que sientes al estar con otra persona, por lo que hace doblemente placentero utlizarlos para acariciarse o simplemente para hablar susurrandose.
- Ya, pero en público... para vosotras todo parece tan sencillo, todo es tan lógico...pero ¿te habría parecido bien que te desnudase en el monte algunos de los días previos, o que empezase a acariciarte mientras te secabas al sol? - Pregunté triunfante pues sabía la respuesta obvia a eso y que por fin, desde que llegué, me darían en algo la razón.
- Por supuesto, de hecho me había extrañado bastante, pensé que no te gustaba pese a que tu lenguaje corporal dijese lo contrario. - respondió completamente sosegada y añadió - Si no me hubiera apetecido en ese momento o en ningún momento, además de haberlo notado, te lo habría dicho para evitar confusiones. ¿Cómo podría ser de otra manera? ¿Que sentido podría tener hacer las cosas de un modo más complicado?
- ... - Y ¿qué se supone que tenía que responder yo a eso? 

Aquella pregunta que constantemente se estaba repitiendo en mi vida últimamente, empezaba a irritarme, sobre todo, porque me acababa de dar cuenta de que la perfección de aquel perfecto fin de semana podía haber sido superada si yo hubiera sabido eso antes. Definitivamente acababa de aprender dos cosas: no existe la perfección y, en caso de duda, pregunta y no des nada por hecho.

Así que el sexo no era un tabú social ni privado, simplemente era. Existía y, como cosa que existe, podía verse y proyectarse en las calles. Como siempre, algo lógico y normal, si una cosa basada en el respeto mutuo, en la confianza y reciprocidad de las participantes podía verse en Arreit, no podía ser diferente, ¿por qué habría de serlo? y ¿por qué en ese planeta yo seguía preocupandome de extrañas paranoyas terricolas?

Ella siguió enseñandome aquella ludoteca que me había parecido una maravilla arquitectónica y que era una maravilla a todos los efectos organizativos, sociales y políticos. La verdad es que tampoco me había parado a pensar en los sistemas organizativos que aquellas ciudadanas empleaban y que distaban bastante de la delegación no participacipativa junto a la comunidad que nosotras, en los paises más occidentalizados de la Tierra, estabamos acostumbradas a usar. Aquello simplemente era lo que la palabra organización representa, gente que, poniendo los diferentes puntos de vista sobre cada tema, se organiza por el bien común no primando los intereses propios que, en este planeta, parecían no existir. Por fin había encontrado a alguien que entendía que el bien de cada cual reside en el bien común del quienes nos rodean y que llevaba a efecto esa tesis, organizando, sin ir más lejos, las actividades, gestión económica, gestión del espacio, etc. de aquel espacio público. Decidiendo cada cosa entre quienes asistían y dandole el rumbo que a quienes en cada momento estaban les apetecía comunmente.

Era bastante sencillo de entender, dadas unas horas allí observando y hablando con quienes allí se hallaban, que la gente pudiese discutir, besarse o masturbarse en público, a efectos del bien común no repercutía en nada, salvo en lo positivo de las personas que se hallaban en cada menester, repercutiendo, por tanto, en el bien común y alegría de todas las demás que, si quisiesen, también podrían hacerlo.

Pasadas las horas, llegó un momento en el que la gente fue marchandose de la ludoteca, por lo que decidimos que podía ser el momento preciso para marcharnos a casa a comer algo antes de descansar...

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